Los ciclos de vida de un coche son cada vez más breves, pero aún así, no es normal conducir una nueva generación totalmente sin camuflaje de un modelo que sólo lleva cuatro años en el mercado. El nuevo i30 tiene una carrocería e interior totalmente nuevos, y recibe ajustes en la suspensión y en la gama de motores, a lo que hay que sumar un mayor equipamiento y una calidad ejemplar. Ya lo hemos probado, en exclusiva, medio año antes de su llegada a España.
El i30 es un modelo crucial para la expansión del gigante coreano en Europa. Fue el primer Hyundai en usar la nomenclatura “i” seguida de un número y estrenó también la cobertura de garantía y asistencia en carretera de 5 años sin límite de kilometraje.
Dada la urgencia que tiene Hyundai en mantener el i30 en gran forma dentro de este competitivo segmento C, se da la situación de que casi la totalidad de los propietarios del actual i30 que quieran cambiarlo por el nuevo modelo, que llegará en primavera, lo harán teniendo aún en su coche la garantía de fábrica vigente.
El actual compacto de Hyundai es el modelo más vendido de la marca en un año en el Viejo Continente, con 115.000 unidades en 2010, cifra que le permitió posicionarse en la 6ª posición de ventas del segmento.
El segmento C debe crecer un 7% hasta 2014, para situarse en los 2,4 millones de unidades anuales, y Hyundai espera vender más de 120.000 unidades anuales de la nueva generación del i30, es decir, un 5% del segmento dominado por el Volkswagen Golf.
El nuevo i30 ha sido desarrollado especialmente para Europa y será fabricado en Nosovice (República Checa) . Estéticamente es evidente la proximidad del nuevo i30 con los más recientes modelos de Hyundai, como el iX35 o el i40, predominando las líneas fluidas y dinámicas y una parrilla hexagonal que estará disponible en dos versiones, aunque es posible que en nuestro país solo llegue una.
Las proporciones de la carrocería no cambian mucho: Crece 2 cm en longitud, medio centímetro en anchura y menos de 1 centímetro en altura.
La habitabilidad trasera pierde 0,6 cm, la delantera gana 1,1 cm y el maletero crece hasta los 378 litros (38 más que antes, posicionándose entre los más generosos de su clase, apenas superado por el Honda Civic y el Citroën C4). Un pasajero de 1,80 m de altura sigue teniendo espacio de sobra en las plazas traseras. El túnel central en el suelo es más bajo (de 13 cm pasa a 5 cm), lo que se refleja en una mayor comodidad. Hay también más anchura delante y detrás y los asientos están posicionados 4 centímetros más bajo, para favorecer el centro de gravedad y la altura disponible.
Otro punto favorable y poco común en coches de 5 puertas en este segmento es que se puede crear un piso totalmente plano tras elevar los asientos traseros y plegar sus respaldos, bien en dos partes o bien todo el respaldo trasero a la vez.
Increíble salto de calidad
Se nota un gigantesco salto cualitativo en cuanto a materiales y acabados, aunque esta primera unidad probada se haya hecho de manera artesanal (algunos plásticos claramente no serán definitivos). En cuanto a la concepción general, el salpicadero avergüenza al del modelo que todavía se vende, que ha envejecido demasiado en muy poco tiempo.
Las aplicaciones cromadas agradan, y en centro de la instrumentación, una pantalla TFT mejora la lectura de la información facilitada por el ordenador de bordo. En la versión probada, con el motor 1.6 CRDi de 128 CV, el sistema de navegación cuenta con una nueva pantalla a color táctil, en la que podremos ver la imagen captada por la cámara trasera de ayuda al aparcamiento.
Otras novedades en el i30 son el botón para arrancar y parar el motor, el freno de estacionamiento eléctrico y el techo panorámico, a lo que se suman los retrovisores exteriores eléctricos con luz proyectada hacía el suelo (útil para ver por donde pisamos al salir del coche por la noche), faros xenón direccionales o las luces LED para conducción diurna. La mayoría es equipamiento opcional, pero eleva la percepción global de calidad del nuevo i30.
La gama de motores es prácticamente la misma de la generación que todavía se vende: 1.4 y 1.6 en cuanto a gasolina; y tres motores en la oferta diésel, un 1.4 de 90 CV, y dos 1.6, el primero con 110 CV (5 menos que en el actual), y el segundo con 128 caballos.
Este último fue el motor instalado bajo el capó del coche que pudimos conducir desde la sede de Hyundai, en Frankfurt, hasta una zona de carretera de montaña, después de 20 km de autopista.
Percepciones al volante
La respuesta del más potente de los diesel denota mucha vitalidad a partir de las 1.750 rpm (poco antes del régimen de par máximo, a las 1.900), manteniendo una saludable fuerza más allá de las 3500 rpm. La versión Blue Drive de este motor (con Stop/Start, neumáticos de baja resistencia a la rodadura y gestión de alternador) anuncia un consumo medio de solamente 3,8 l/100 km y menos de 100 g/km de CO2, todo un récord en esta categoría.
El cambio de 6 marchas manual es suficientemente rápido y preciso. La dirección tiene una respuesta muy agradable y bien adaptada a los diferentes tipos de utilización del sistema que estrena este i30, en el que se varía la asistencia eléctrica según tres programas predefinidos: Normal, Comfort -recomendado para maniobras de estacionamiento y en conducción urbana- (por ser más ligero) y Sport -para días y tipos de carretera que exigen más ‘mano de obra’.
En esta fase de ajustes finales nos quedó la sensación de que el modo Sport se debería distanciar un poco más del Normal, idea que transmitimos a los ingenieros de Hyundai, que lo tendrán en cuenta en la puesta a punto final. Lo mismo se puede decir de los reglajes del chasis, que sigue disponiendo de un excelente eje trasero de ruedas independientes y conexiones multibrazo (solo cuentan con arquitectura similar las dos referencias en comportamiento del segmento, el VW Golf y el Ford Focus junto con el Kia Ceed, que cuenta con la misma plataforma).
Todavía necesita mejorar para controlar más eficazmente los movimientos transversales de la carrocería. Este es el encanto de conducir un coche que aún se está ajustando dinámicamente: el de que, en cierta manera, podemos aportar algo a su configuración definitiva. Sin embargo, para el lector este análisis puede no ser conclusivo, así que nos disculpamos por ello y prometemos volver al tema en cuanto podamos, ya sin interrogantes.
En resumen, aunque no disponga de todos los acabados y revestimientos finales queda claro el enorme salto cualitativo del coche, sobre todo en su interior. Los motores son esencialmente los mismos, pero las mejoras en el 1.6 CRDi (incluyendo el sistema stop/start) permiten una importante reducción de consumo y emisiones. La suspensión es muy confortable y el interior amplio y funcional. Todo ello, junto con un diseño seductor, permitirá a este i30 hacer daño a algunos rivales europeos con tradición.
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